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Dentro de la teoría financiera tradicional se considera que los inversores son racionales y que persiguen incrementar sus beneficios invirtiendo de manera objetiva, dejando a un lado cualquier emoción. Sin embargo, un interesante estudio realizado por el Instituto de Investigación de Credit Suisse y la Universidad de Zurich acerca de las finanzas conductuales muestra los obstáculos que hay que superar en cualquier proceso de inversión. Señala como a lo largo de dicho proceso se produce una montaña rusa de emociones que lleva a que el inversor cometa ciertos errores.
Error de confirmación. Hace referencia a buscar la información que reafirme lo que se piensa. Como suele decirse, solo escucha lo que quiere oír. De esta forma rehuye cualquier informe u opinión que sea contrario a su visión de los asuntos.
Riesgo de disponibilidad/atención. Se basa en que tanto los productos como las empresas que se muestran en los medios de comunicación son recordadas mejor por los inversores. Además, la parte negativa de la información no se tiene en cuenta.
Error nacional. La mayoría de inversores se inclinan más a comprar acciones de empresas de su propio país. En su opinión, son operaciones más confiables, ya que suelen ser empresas que conocen de toda la vida y que aparecen más en los medios de comunicación.
Error improbable favorito. Eligen la opción más arriesgada porque ofrece mayores ganancias.
Error de anclaje. El inversor decide en base al precio al que se compró la posición original o la última posición de una acción. Dicho precio es el ancla, y lleva a tomar decisiones poco cabales. Prefiere decidir la inversión por datos aleatorios, aunque no tengan valor informativo.
Error de aversión miope a las pérdidas. Este tipo de inversores solo se fija en las pérdidas. Mira constantemente cómo van sus acciones y en cuanto pierde, vende rápidamente. Lo ideal sería que se fijase más en los resultados a largo plazo.
Error de contabilidad mental. La contabilidad mental consiste en hacer diferenciaciones en nuestra mente que no existen en nuestras finanzas. Esto lleva a que venda muy pronto cuando tiene ganancias, pero muy tarde cuando sufre pérdidas.
Error de efecto de disposición. Las ganancias se realizan muy pronto y las pérdidas muy tarde. Puede ser consecuencia de la contabilidad mental.
Error de exceso de confianza. Se tiene demasiada confianza en uno mismo. Toma decisiones basadas en esa confianza, sobre todo si los mercados están subiendo.
Error retrospectivo. Sucede cuando se dice: sabía que iba a pasar. Pero aún así se realiza la acción. Impide aprender de los errores.
Error de necesitar alcanzar el equilibrio. Cuando se pierde dinero, se arriesga más para poder recuperarlo. Para conseguir el equilibrio, quizás se apueste todo a una opción y se vuelva a perder.
Error de representatividad. Después de ganar en varias ocasiones, se construyen esquemas y estereotipos en los que se deposita demasiada confianza.
Error de la falacia del jugador. Se subestima o sobreestima las posibilidades. Se supone que los precios caerán y se vende rápidamente, o se piensa que los precios se recuperarán y se compra también con rapidez.
Error de encuadre. Tomar decisiones a partir de términos estadísticos.
Error de evitar el arrepentimiento. Cuando las inversiones en productos de primera clase fracasan, se culpa a la mala suerte. Si se invierte en un producto que no se comporta como era de esperar, hay más arrepentimiento que en el primer caso. Se debe porque se piense que más personas se han debido equivocar, lo que lleva a pensar que la decisión tomada no fue tan descabellada.
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