TIN o TAE: ¿cuál es la diferencia y cómo afecta tus finanzas?

Los productos financieros que contratamos aplican determinados tipos de interés, en función de diversos factores. En la letra pequeña de esos productos se indica tanto el TIN como la TAE que el cliente asumirá, ya se trate de un préstamo hipotecario o de un fondo de pensiones, por ejemplo. En el primer caso, es el cliente quien abona los intereses y, en el segundo, es el banco quien paga al cliente.

¿En qué se diferencian y cómo pueden afectar a tus finanzas? Lo vemos a continuación.

¿Qué es el TIN?

El TIN es el Tipo de Interés Nominal. Este concepto, que se suele usar en la contratación de depósitos, préstamos, créditos e hipotecas, indica los intereses que se aplicarán al dinero prestado o depositado por un tiempo determinado. 

Este porcentaje fijo se pacta con el banco a cambio de un préstamo y es, por tanto, lo que la entidad financiera gana por prestar el dinero. Esta cantidad se añade al capital como coste y se expresa en un porcentaje referido a un periodo de tiempo. Por el contrario, si el cliente contrata un depósito o unos bonos, el TIN sirve para calcular cuánto dinero remunerará la entidad financiera a cambio del dinero depositado.

¿Cómo se calcula el TIN?

El TIN se compone de dos partes: el euríbor aplicable en ese momento y el diferencial marcado por el banco. Este último concepto se puede negociar con el banco, ya que puede abaratar o encarecer los préstamos a largo plazo.

Por ejemplo, si contratamos una hipoteca a 20 años con interés variable, conviene prestar atención al diferencial. Si este es muy elevado, aunque el euríbor experimente sucesivas bajadas, apenas lo notaremos en la cuota. 

Si un préstamo tiene un TIN del 4 % anual, por cada 100 euros prestados, el cliente tendrá que devolver 4 euros al año (lo que equivaldría a 400 euros anuales por un préstamo de 10 000 euros). Por el contrario, si contratamos un depósito bancario de 3000 euros con un TIN del 2 %, al final del año el banco devolverá el dinero depositado más 60 euros en concepto de intereses.

¿Qué es la TAE?

La TAE, o Tasa Anual Equivalente, es un concepto algo más complejo de calcular, pero es el que sirve para conocer el coste real de la operación.  En Internet, es posible encontrar simuladores, como el del Portal Cliente Bancario, del Banco de España, con el que se puede calcular fácilmente la TAE de un producto.  

A diferencia del TIN, que es un porcentaje concreto sobre la cantidad total prestada por una entidad bancaria, la TAE está formada por muchas variables, como el propio TIN, posibles comisiones por cancelación o amortización anticipada, gastos propios de la operación o comisiones de apertura. 

Conviene tener presente que la TAE no incluye gastos de notaría, seguros u otras vinculaciones. 

¿Cómo afectan TIN y TAE al consumidor?

Distinguir estos dos conceptos es fundamental para conocer los intereses que pagamos por un producto y, no menos importante, el coste real de la operación. Algunas promociones pueden resultar engañosas si no prestamos atención al TIN y la TAE. 

Veamos un ejemplo.

Supongamos que queremos adquirir un producto tecnológico por un valor de 500 euros con la posibilidad de financiar el pago en cuatro cuotas. En un comercio nos ofrecen el producto con un TIN del 0 % más 20 euros de gastos de gestión. En otro establecimiento, nos ofrecen un TIN del 5 % sin gastos de gestión adicionales.

A simple vista, la primera promoción puede parecer más económica, pero analicemos el coste real de la operación:

1. TIN 0 % más 20 euros de gastos. Al finalizar los cuatro meses, habremos pagado 520 euros, porque esos 20 euros de gastos de gestión suponen una TAE del 21,74 %. 
2. TIN 5% sin gastos. La cuota mensual será de 126,30 euros, por lo que el producto nos costará 505,2 euros en total. La clave está en que, en este último supuesto, la TAE es del 5,1 %.

Si extrapolamos los ejemplos anteriores a la financiación de importes elevados, como la compra de un vehículo o una vivienda, el coste real del producto puede variar enormemente dependiendo del TIN y la TAE que nos ofrezcan. 

En resumen, antes de contratar un producto financiero, debemos leer la letra pequeña (gastos de gestión, diferencial, TIN y TAE) y calcular el coste real de diferentes ofertas.