¿Cómo conseguir que tu equipo sea más eficiente y alcance sus objetivos?

Un equipo de alto rendimiento es aquel que es capaz de alcanzar las metas que se le han marcado. Por tanto, no es de extrañar que las empresas aspiren a que sus equipos de trabajo sean todos de alto rendimiento.

Coordinar a varias personas para que trabajen de manera conjunta y eficiente no siempre resulta sencillo. De hecho, esta es una de las tareas más complejas que debe abordar un líder. Difícil, pero no imposible, ya que unos pequeños ajustes pueden dar lugar a importantes mejoras en la eficiencia.

Definir claramente los objetivos

Con frecuencia, la falta de coordinación entre los miembros de los equipos de trabajo se debe a que no todos los integrantes tienen claro qué es lo que deben hacer. De esta forma, cada uno acaba afrontando tareas por su cuenta, sin tener presentes a los demás.

Para que esto no ocurra, la dirección de la empresa se debe asegurar de que cada equipo tenga claras las metas que debe alcanzar y el plazo para hacerlo. Si los objetivos son demasiado amplios, se pueden subdividir en otros más pequeños para hacer el trabajo del día a día más sencillo y menos tedioso.

Aportar feedback

Todos los empleados hacen cosas bien, pero también hay tareas en las que necesitan mejorar, y es importante informarles de ambas situaciones. Si alguien recibe una crítica constructiva, sabrá qué es lo que tiene que cambiar en su forma de desempeñarse.

Aunque se esté trabajando por objetivos, no es necesario esperar a que el proyecto esté terminado. De hecho, lo recomendable es no hacerlo. El supervisor debe hacer una labor de inspección continuada y dar feedback cuando lo considere necesario, así los cambios se podrán hacer de forma más rápida y no se malgastarán recursos.

Mejorar los canales de comunicación

La comunicación entre los miembros de un equipo suele fluir bien, pero no sucede así con respecto a otros grupos de trabajo o a los superiores.

Los problemas derivados de una mala comunicación pueden ser de muchos tipos. Pero, en todo caso, acaban afectando a la eficiencia, porque impiden que los objetivos se alcancen de la forma deseada. Esto se debe a que una comunicación deficiente acaba provocando errores y retrasos.

La mejor manera de evitar que esto ocurra es reforzando los canales de comunicación a todos los niveles y asegurarse de que los empleados saben qué medios tienen a su disposición si necesitan comunicarse con otra persona de la empresa.

Definir bien los roles

Dentro de un equipo de trabajo, no todo el mundo hace lo mismo. Cada miembro debe asumir un rol diferente, que determinará las tareas que asume y su grado de responsabilidad.

A fin de conseguir una mayor eficiencia en el trabajo, es imprescindible que cada integrante del equipo tenga claro cuál es su rol y cuál el de los demás. Esto también ayuda a reducir el riesgo de que surjan conflictos.

Mejorar el espacio de trabajo

El espacio en el que las personas desarrollan sus tareas profesionales también tiene una influencia directa en su motivación y su productividad. En consecuencia, un lugar bien diseñado y equipado tiene más posibilidades de acabar dando cobijo a equipos de alto rendimiento.

Es importante adaptar el lugar a las tareas que hay que realizar, contando con mobiliario ergonómico, una buena iluminación, una climatización adecuada y también un área de descanso. Si el trabajador se siente cómodo en su puesto de trabajo, rendirá mucho mejor.

Aplicar el salario emocional

Los trabajadores se mueven por algo más que por dinero y cada vez valoran más a las empresas que les ofrecen beneficios que van más allá de lo económico.

Se ha demostrado que el salario emocional tiene un alto poder motivador y hace aumentar la productividad. Hay muchas formas de aplicarlo en la empresa: fomentando la conciliación, ofreciendo formación, contratando seguros de salud para los empleados, instaurando un sistema de horario flexible, permitiendo el teletrabajo, etc.

En definitiva, conseguir equipos de alto rendimiento implica deshacerse de todos aquellos elementos que pueden operar como obstáculos a la motivación: un mal clima laboral, espacios de trabajo mal equipados, falta de información, etc. Si la empresa logra eliminar este tipo de escollos, notará una importante mejora en la eficiencia de sus trabajadores.