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Una estrategia de control financiero correctamente diseñada e implementada es imprescindible para que una empresa se ajuste a sus objetivos propuestos y sea capaz de establecer medidas en el caso de que se produzcan errores o desviaciones; pero además, también agrega valor a la empresa. Ésto, sumado con una buena gestión por procesos hará que la compañía vaya por buen camino.
El control financiero se puede entender como el estudio y el análisis de los resultados reales de una empresa, enfocados desde distintas perspectivas y momentos, comparados con los objetivos, planes y programas empresariales, tanto a corto como en el mediano y largo plano. Estos análisis requieren de unos procesos de control y ajustes para comprobar y garantizar que se están siguiendo los planes de negocio.
Una correcta estrategia de control financiero y una buena implementación agrega valor añadido en una empresa. De hecho, tiene mucho que ver con la consecución de los objetivos. Dicho control servirá para tomar mejores decisiones para la empresa tanto de presente como de futuro, para elegir los indicadores más adecuados para la gestión económicofinanciera de la organización, para corregir las desviaciones de los objetivos que se vayan detectando o incluso para mejorar la planificación estratégica. Este último punto es muy importante porque el control financiero, por su capacidad para establecer predicciones para distintos entornos, puede ser muy útil para prever los factores que pueden ser negativos y poner en marcha medidas para eliminarlos o disminuirlos en la medida de lo posible.
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El control financiero permite posicionarse un paso por delante de la competencia. Un análisis detallado de los gastos y las inversiones ayudará a sacar conclusiones interesantes sobre costos, diferenciaciones, y enfoques adecuados para las características del producto y mercados al que va dirigido.
Pero además, para conseguir magníficos índices de calidad, productividad y excelencia, este control debe estar complementado con una gestión basada en procesos. En un entorno laboral tan cambiante y marcado por las nuevas tecnologías, la organización requiere que se divida en procesos. ¿Y eso en qué significa? La empresa se considera como un sistema de conjuntos que se relacionan entre sí y la estructura clásica vertical se constituye como una estructura horizontal, la cual favorece la participación de varias personas de distintos departamentos de un mismo proceso.
Este modelo de gestión establece el entorno o marco organizativo ideal para llevar a cabo planes de mejora continua, optimización de gastos y aprovechamiento de recursos. Para ello, es fundamental planificar y tomar siempre las decisiones empresariales pensando en el bien general de la empresa; aunque los departamentos se mantengan en funcionamiento, la visión y el interés debe ser en todo momento, lineal y general. En la actualidad existen infinidad de herramientas para la mejora de procesos en sus distintos ámbitos: análisis de problemas, generación y organización de ideas o representación o flujos de trabajo.
En conjunto, una correcta estrategia y buena implementación del control financiero, complementada con un buen «Business Process Management«, se convertirán en un núcleo de puntos fuertes y fortalezas que actuarán de blindaje ante la competencia y las actuaciones de crisis.
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