¿Qué son las finanzas sostenibles y por qué son cada vez más importantes?

El necesario desarrollo humano choca de frente con la conservación del entorno, porque, para lograr ese progreso, se genera una gran cantidad de contaminación y se consumen valiosos recursos naturales que no son ilimitados. 

Por suerte, desde hace décadas somos conscientes de esto y cada vez son más los países que apuestan por un desarrollo sostenible. Para alcanzar la anhelada sostenibilidad, es necesario que también agentes privados, como empresas y particulares, se comprometan a actuar de otra forma.

La sostenibilidad ha cobrado tanta importancia que, hoy en día, es tenida en cuenta incluso cuando se trata de asuntos económicos. También a nivel institucional se ha convertido en un asunto a tener en cuenta, como hemos podido comprobar en la asignación de los Fondos Europeos, cuyos requisitos incluyen el desarrollo sostenible.

¿Qué son las finanzas sostenibles?

Cuando alguien invierte su dinero lo hace porque quiere obtener una rentabilidad a cambio aunque, desde hace unos años, somos más conscientes de que, a la hora de ganar más dinero, no todo vale. 

Al tomar decisiones sobre dónde poner el dinero no solo deberíamos valorar lo que vamos a ganar con ello, sino también factores medioambientales, de correcta gestión y sociales, lo que se conoce como los factores ASG.

Por tanto, las finanzas sostenibles son aquellas decisiones de inversión que se toman teniendo en cuenta factores sociales y ambientales, dejando de lado a aquellas empresas que no valoran estas cuestiones.

Se puede considerar que se está llevando a cabo una estrategia de finanzas sostenibles cuando se realizan inversiones en empresas que están tomando medidas para reducir su huella de carbono, o cuando se invierte en una entidad que produce en un país en vías de desarrollo garantizando el máximo respeto a los derechos de los trabajadores.

Por el contrario, se alejan de la inversión sostenible aquellas inversiones que se realizan en compañías altamente contaminantes o cuyos productos son elaborados a base de condiciones laborales ilegales o poco éticas.

¿Por qué pasarse a las finanzas sostenibles?

No es casualidad que este concepto haya cobrado tanta fuerza en los últimos años. Estamos en un momento de pleno cambio en la mentalidad de la sociedad. Poco a poco somos conscientes de lo importante que es proteger el entorno y también al conjunto de los seres humanos.

Si cada vez hay más personas que eligen no comprar los productos de una determinada marca porque saben que los testan con animales, es lógico pensar que este mismo criterio se aplica también a las inversiones y a las empresas. ¿Por qué dar dinero a entidades que no están siendo respetuosas con la sociedad y con el medioambiente?

Gracias a este pensamiento, los inversores se están volviendo cada vez más selectivos a la hora de elegir dónde poner su dinero, y eso está teniendo consecuencias directas en las empresas y en su forma de trabajar.

Estas, sabedoras de que ahora tienen más éxito aquellas compañías que aplican los criterios o factores ASG, empiezan a sumarse a la tendencia, adoptando medidas como la política de papel cero en la oficina o la implantación de planes de inserción e integración laboral.

¿Es rentable la inversión socialmente responsable (ISR)?

Hasta hace unos años, el inversor tenía que afrontar el dilema entre hacer una inversión al estilo tradicional o una ISR, partiendo de la base de que si abogaba por la defensa de los factores ASG al final no generaría tanta rentabilidad como lo hubiera hecho con una inversión clásica.

Hoy en día ya no existe ese dilema. Está más que demostrado que una empresa que aplica los criterios ASG en su forma de trabajar puede ser igual de rentable, o incluso más, que una que no lo hace. En consecuencia, la ISR puede dar mucha rentabilidad a los inversores.

Esto ha hecho que las finanzas sostenibles ganen en atractivo. En España, durante 2019 se dedicaron a la ISR 285.454 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 36 % con respecto al año anterior. 

Aunque son los grandes inversores los que más se están pasando a la inversión sostenible, la presencia de los particulares también está creciendo y se espera que siga haciéndolo en los próximos años.

Las finanzas sostenibles no son una tendencia ni una moda pasajera, son una forma diferente de entender cómo debería funcionar la economía para que el desarrollo económico sea realmente algo beneficioso para toda la sociedad y para nuestro entorno.