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China es una de las grandes potencias económicas a nivel mundial, y en unas décadas podría ocupar la primera posición en el ranking. Por eso, no es de extrañar que los Estados quieran mejorar sus relaciones comerciales con el país asiático, aunque las negociaciones no sean nada sencillas.
En el caso de la Unión Europea han sido necesarios siete años para alcanzar un principio de acuerdo que todavía podría tardar unos meses más en convertirse en una norma realmente aplicable.
Todo un paso adelante si tenemos en cuenta que las negociaciones comenzaron en 2013.
Empresas y profesionales europeos llevan años comerciando con entidades chinas, pero siempre han destacado que los trámites administrativos, la falta de transparencia en ciertos aspectos, así como las diferencias culturales entre Oriente y Occidente a la hora de hacer negocios, dificultan el cierre de acuerdos.
Lo que se busca con el Comprehensive Agreement on Investment (CAI) es facilitar la inversión de entidades europeas en China y viceversa.
Aunque las negociaciones no han sido sencillas, por el momento, la Unión Europea ha conseguido esquivar la obligación de transferencia de tecnología que quería imponer el Gobierno chino.
De esta manera, las empresas europeas que quieran invertir en China podrán salvaguardar su tecnología y la información confidencial de sus negocios.
Ambas partes han acordado que el acceso a las energías renovables será recíproco. Además, China se compromete a no discriminar a las empresas europeas y a compartir información sobre sus empresas estatales si hay algo que pueda perjudicar a los inversores extranjeros.
Otro punto importante del principio de acuerdo es que por parte de China hay un compromiso de mayor transparencia en temas tan importantes como los subsidios que reciben las empresas nacionales, así como en las medidas administrativas.
China es el gran productor mundial, pues en sus empresas se hacen prácticamente todo tipo de productos. Por esto, proteger sus manufacturas ha sido uno de los principales objetivos del Gobierno en las últimas décadas.
A pesar del proteccionismo imperante, el país asiático se muestra ahora abierto a dar acceso a empresas extranjeras en sectores como la industria química, el equipamiento de transporte y salud, así como en el sector de vehículos destinados al transporte de pasajeros.
Con este nuevo sistema, los fabricantes europeos ya no tendrán que crear una joint venture para poder vender sus vehículos en territorio chino.
China es un país muy atractivo para el sector de los servicios, ya que cuenta con una población de millones de personas y un gran número de empresas. Esto convierte a la apertura del sector servicios a los inversores europeos en otro de los puntos fuertes del tratado.
Interesa especialmente una mayor libertad de acceso al sector financiero, porque la población china está afrontando un proceso de bancarización como no se había visto hasta ahora.
También hay mucho interés en el sector de los servicios privados de salud, porque, en la actualidad, la población china atraviesa un proceso de envejecimiento y sus ciudadanos requieren de mayor atención médica.
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El documento firmado por la Unión Europea y China el 30 de diciembre de 2020 es solo un principio de acuerdo.
Todavía quedan muchos aspectos por negociar y desarrollar normativamente, por lo que se estima que hasta 2022 el convenio no entraría en vigor.
Por su parte, los expertos señalan que este tipo de acuerdos no suelen cumplirse, por lo que los negociadores europeos deberán afrontar la complicada labor de establecer en la norma mecanismos que puedan obligar a las partes a cumplir aquello a lo que se han comprometido.
En líneas generales, este principio de acuerdo es valorado de forma muy positiva a nivel europeo, aunque algunos países creen que hay que profundizar más en temas relacionados con el desarrollo sostenible y el respeto a los derechos laborales.
También hay quien considera que hubiera sido recomendable esperar a que Joe Biden asumiera la presidencia de Estados Unidos, porque un acuerdo trilateral de inversiones entre la Unión Europea, China y Estados Unidos sería aún más beneficioso.
Todavía queda mucho por negociar, pero este principio de acuerdo es toda una declaración de intenciones por parte de China de convertirse en una pieza importante en la economía a nivel mundial.
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