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A lo largo de nuestra trayectoria profesional todos hemos sufrido la presencia de algún compañero tóxico: tóxico para nosotros, tóxico para la empresa, tóxico para la profesión. Hablamos de los incompetentes, personas con poco que ofrecer pero mucho que decir. Fanfarrones que envuelven en papel de regalo un trabajo que no está a la altura y para las que cualquier estrategia es válida con tal de alcanzar el éxito. Y no nos engañemos, muchos han triunfado así, pero a base de mentiras e incluso de pisotear a otros no es muy gratificante.
Fernando Trías dice en su libro El libro negro del emprendedor, que iniciar los trámites administrativos para montar una empresa no significa emprender: “Ir al notario nos permite fanfarronear en una cena de amigos de que acabamos de iniciar un negocio o de que tenemos nuestra propia empresa, pero, de momento, lo único que hemos hecho ha sido gastar dinero”. Si extrapolamos esta idea al mundo empresarial en general, fácilmente reconoceremos a un falso profesional cuando este presume de unas habilidades de las que carece. La apariencia lo es todo para ellos y poco importa en contenido si el contenedor es suficientemente atractivo como para llamar la atención de los demás. Si un compañero de trabajo fanfarronea a tu alrededor, desconfía porque lo más seguro es que sólo esté vendiendo humo.
Cualquier profesional tiene como objetivo crecer a nivel laboral, superar límites y destacar en su campo. Loable pretensión siempre y cuando no sea a costa de menospreciar el esfuerzo de otros. Reconocerás al incompetente profesional por su falta de escrúpulos a la hora de valorar el trabajo de los demás. No tendrá reparos en menospreciar tu labor (delante del jefe, nunca de ti). Él es el que llega primero y se va el último, él acaba antes que nadie un proyecto, él conoce a las personas adecuadas para sacarlo adelante, etc. En resumen, él hará todo mejor y más rápido que tú y se encargará de hacérselo saber al responsable de la empresa.
En cualquier proyecto empresarial siempre se cometen errores. Lo más lógico y sano es que el equipo asuma en conjunto la responsabilidad de los mismos. Pero no, de vez en cuando surge alguien que hace suya la frase de Bart Simpson: “yo no he sido”. Volvemos a toparnos con el incompetente profesional, aquel que oculta sus debilidades manchando el nombre de uno o varios compañeros. Un verdadero líder sabrá reconocerlo y no dejará que la mentira enturbie el buen hacer profesional de los otros.
O cómo atribuirse méritos que no son suyos. Si el trabajo ha sido un éxito, ten por seguro que nuestro experto incompetente dará un paso al frente para asegurar que sin él el proyecto no habría salido adelante, bien porque la idea ha sido suya, bien porque él ha trabajado más que nadie o bien porque ha sabido solventar los problemas surgidos.
Cuando llegas nuevo a una empresa reconocerás a nuestro protagonista porque siempre intentará ser el centro de atención de todas las miradas. Será la sombra del jefe, de los gestores o del director. Entrará y saldrá de escena siempre llamando la atención porque él tiene el favor de la dirección. Será el primero en entrar a una reunión de trabajo y también será el primero en hablar. Puede que su discurso esté vacío pero sabrá vender muy bien lo que dice y, sobre todo, sabrá qué tiene que decir, cómo lo tiene que decir y a quién se lo tiene que decir.
Muchos de estos “profesionales” van más allá en su intento por destacar y son capaces de idear una historia cuando se sienten acorralados. Hablamos de los casos más graves, de aquellos que incluso se han inventado mentiras sobre acoso laboral o sexual.
Afortunadamente, en la mayoría de los casos la verdad siempre sale a la luz, pero mientras no sea así, sal corriendo si te encuentras a algún tipo de persona así.
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