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En el artículo de hoy y en el siguiente vamos a acercarnos a dos temas muy interesantes. La teoría de la cartera y el análisis de riesgo. ¿Hemos oído antes estos términos? Seguro que sí, pero también estamos convencidos de que nos van a resultar muy interesantes.
La teoría de la cartera nos facilita una serie de normas que marcan cómo pueden elaborarse carteras con ciertas características, que se creen que son las más adecuadas. Se emplea un método llamado optimización por medio de la Media Varianza (CMV). Este método nos muestra las diferentes características que se les supone a quienes son eficientes, y además nos muestra las ventajas que nos ofrece diversificar nuestras inversiones.
Es necesario tener claro que cuando utilizamos el término cartera nos referimos al conjunto de activos, como fondos, acciones o bonos, por ejemplo, que se han invertido siguiendo unas determinadas proporciones.
Cada vez que realizamos una nueva inversión, debemos tener en cuenta el efecto que tendrá sobre el riesgo y el rendimiento de nuestra cartera de activos. Se puede adoptar la estrategia de invertir en activos que presente un riesgo más elevado y, en consecuencia, una rentabilidad más alta o bien reducir el riesgo de la inversión para asegurar la inversión, aunque la rentabilidad será inferior.
Hoy por hoy se considera que no hay ni un solo análisis de riesgo en las finanzas que esté completo si no se tiene en cuenta el riesgo que supone contar con una diversificación del riesgo. Se garantiza la diversificación, ya que se presupone que la expectativa de riesgo de una cartera completa siempre será inferior a la suma de sus partes.
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Contamos con dos elementos claves para elegir nuestra cartera:
Ahora que ya tenemos unas nociones básicas sobre cómo crear una cartera de inversiones, hablemos del riesgo.
El riesgo es la probabilidad que existe de perder parte o todo el capital invertido. Se basa en la incertidumbre que nos lleva a no saber qué va a pasar más adelante. No podemos conocer con antelación qué ocurrirá con cada euro que invertimos. Aunque pensemos en ganar dinero, no siempre es así.
Debemos entender que junto con el riesgo tenemos que analizar otro factor, el rendimiento. Se trata de lo que esperamos conseguir cuando invertimos. Riesgo y rendimiento están estrechamente relacionados. Cuanto mayor rendimiento parezca ofrecer una inversión, más riesgo suele llevar implícito.
Por ejemplo, cuando invertimos en renta variable esperamos conseguir una mayor rentabilidad, pero al mismo tiempo estamos arriesgando más que si invertimos en renta fija.
Sabemos que la rentabilidad es la capacidad de generar rendimientos. El riesgo a la hora de invertir es la incertidumbre de no saber los rendimientos que generará nuestra inversión. Nunca podemos invertir sin riesgo, generalmente cuanta más rentabilidad esperamos conseguir más riesgo debemos asumir.
Hay dos premisas que parecen muy obvias, pero es necesario tenerlas presentes:
En el siguiente artículo abordaremos más detalles sobre este tema.
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