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Podemos definir el Balance de situación como una herramienta que nos muestra una radiografía de la situación económica y financiera que está atravesando una organización en el momento en el que realizamos el análisis.
Esto no significa que sea el elemento único en el que tenemos que focalizar nuestra atención para llegar a conclusiones finales acerca de la solvencia de la empresa, sino que también debemos hacer, al mismo tiempo, un análisis de la cuenta de pérdidas y ganancias, la memoria y el estado de flujos de efectivo.
Todas ellas en conjunto formarán las cuentas anuales.
Si estamos interesados en saber cuál es la situación real por la que está atravesando una empresa determinada, debemos fijarnos detenidamente en su balance de situación. Este estará compuesto por tres partes:
Será aquel compuesto por todos aquellos bienes, derechos y otros recursos que están bajo el control de la organización, diferenciando su naturaleza fija o circulante.
Hace referencia a las obligaciones contraídas por la empresa con terceros a los cuáles la compañía tendrá que hacer frente con parte de sus beneficios.
También hay que diferenciar entre el pasivo fijo y el circulante.
El patrimonio neto, en su esencia, está formado por el Capital Social de la organización, contando también con las reservas y la parte de beneficios no repartidos.
Una vez nombradas las partes que forman la estructura de un Balance de Situación, cabe recordar que este documento no es realmente clave para evaluar la evolución de una empresa, sino más bien para determinar su situación en un momento determinado.
El artículo 253 de la Ley de Sociedades de Capital dice que «Los administradores de la sociedad, tienen la obligación de formular en el plazo de tres meses a contar desde el cierre del ejercicio social, las cuentas anuales, el informe de gestión y la propuesta de aplicación de resultado.»
Dado que el Balance de Situación forma parte de las cuentas anuales, se debe aplicar esta ley.
Como comentamos anteriormente, el balance de situación nos muestra la realidad económica y financiera por la que está atravesando la empresa en el momento en que la analizamos.
Esto quiere decir que podremos sacar conclusiones acerca de cuál es la estructura de sus activos, bienes patrimoniales, deudas contraídas con terceros, su plazo de obligatoriedad y, sobre todo, el grado de liquidez que posee.
Desgraciadamente y como consecuencia de los últimos años de crisis económica, es muy frecuente ver balances de empresas sobrecargados de deudas a corto plazo con apenas grado de liquidez para hacerles frente, de tal forma que los activos que poseen, al ser a largo plazo, no son realizables de forma inmediata.
Esto, indudablemente, compromete la situación de solvencia de la organización y jugará en su contra a la hora de solicitar financiación a través de las fuentes tradicionales, como las bancarias.
La forma de presentar el balance de situación no puede hacerse al libre albedrío de cada empresa, sino que todas deberán seguir la normativa vigente en el Plan General Contable.
Según éste, existen dos posibles formas que se decidirán función de una serie de condiciones y requisitos:
El Modelo Abreviado se podrá utilizar cuando la sociedad en cuestión, durante dos ejercicios consecutivos, cumpla al menos dos de las siguientes circunstancias:
También hay que tener en cuenta que aquellas organizaciones cuyos valores estén admitidos a negociación en un mercado regulado de cualquier Estado miembro Europeo, no podrán realizar cuentas anuales abreviadas.
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Según la ley de Sociedades de Capital y el Plan Contable, se debe plasmar lo siguiente:
En definitiva, el Balance de Situación es un documento que forma parte de las cuentas anuales de la empresa y como tal, debe adaptarse a la normativa vigente para ellas.
Sin embargo, su análisis no debe ser concluyente a la hora de tomar decisiones finales sobre la organización en cuestión.
Para una mejor valoración, se deben tener en cuenta el resto de documentos que forman parte de las cuentas anuales.
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