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Ahorrar costes es una de las mejores tácticas para mejorar la rentabilidad en las empresas. De todas las fórmulas posibles, una que se utiliza con gran éxito desde hace décadas consiste en externalizar la producción o parte de las funciones que no constituyen el corazón del negocio.
La externalización con la que estamos más familiarizados es la modalidad offshoring, que es la subcontratación de servicios en un país donde los costes de producción resulten sensiblemente más económicos.
El offshoring tiene en el ahorro de costes su mayor ventaja, pero también presenta algunos inconvenientes:
Por tanto, esta modalidad implica un mayor ahorro, pero también considerables dificultades al coordinar los equipos de trabajo y una cierta pérdida de control sobre la producción. A todo lo anterior hay que sumar el incremento en los precios del transporte.
Las nuevas formas de externalización tienden a buscar empresas colaboradoras que tengan su sede no muy lejos de la compañía que las contrata. Esta tendencia es lo que se conoce como nearshoring, es decir, subcontratar en países relativamente cercanos.
El nearshoring se beneficia de unos costes de producción menores sin los inconvenientes de la distancia física, política y cultural.
El boom de la globalización y la explosión de la tecnología a los que asistimos en los años 90 dieron lugar a una nueva economía, basada en producir al menor coste posible tanto componentes electrónicos y chips como otros bienes de consumo.
El abaratamiento de los fletes, la mejora de las comunicaciones y las circunstancias geopolíticas propiciaron que el continente asiático, especialmente China, se convirtiera en un gran centro productivo internacional.
La actividad se deslocalizó fomentada por los bajos costes de la mano de obra de países lejanos. Este modelo basado en el offshoring benefició, asimismo, a las economías asiáticas. Con el paso de los años, se acortaron las distancias en el coste de la mano de obra entre países.
La pandemia supuso toda una lección: no es rentable externalizar toda la producción a miles y miles de kilómetros porque se puede perder el control. Recientemente, la crisis energética se ha sumado a las razones para apostar por las cadenas logísticas de proximidad.
El nearshoring se presenta como una de las opciones más viables por varios motivos. El comercio internacional puede ahorrar costes en países cercanos, donde la mano de obra es más especializada y la cultura productiva es más similar a la nuestra. Además, los tiempos de entrega de la mercancía se acortan, lo que supone una ventaja competitiva en un mundo en el que la inmediatez es cada vez más valorada.
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Las empresas que optan por el nearshoring prefieren países cercanos, con similitudes legales y culturales, así como con vínculos o acuerdos político-económicos. Así pues, en Europa esta modalidad de externalización se centra en países como Portugal, República Checa, Polonia, Eslovaquia o Bulgaria.
Las principales ventajas del nearshoring son las siguientes:
Los beneficios del nearshoring son numerosos y significativos. Esta es la razón por la que se está convirtiendo en tendencia para abaratar la cadena de suministro.En un entorno incierto, con una agenda global que apuesta por lograr un planeta más sostenible, la producción de proximidad tiene más sentido que nunca. El nearshoring puede integrarse dentro de la estrategia corporativa y de la política de RSC de cada empresa.
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