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En un mundo como el actual, en el que la información es poder, está claro que todos los negocios (con independencia del sector en el que operen y el tamaño que tengan) necesitan contar con información clave que les ayude a tomar decisiones.
Es en este escenario que entra en juego la figura de la inteligencia empresarial o Business Intelligence (BI), un fenómeno que gana cada vez más importancia y que está evolucionando rápidamente.
En un entorno tan competitivo como en el que nos encontramos, las empresas necesitan tomar decisiones que las lleven a ganar ventaja competitiva, y para ello pueden recurrir al BI.
La inteligencia empresarial es todo aquel proceso que comprende la recopilación y el análisis de información con la finalidad de obtener insights o puntos clave que permitan tomar decisiones de manera estratégica.
Gracias a las nuevas tecnologías, cualquier empresa es capaz de recopilar rápidamente una gran cantidad de datos. Puede recurrir a estudios de mercado, analizar las tendencias con herramientas digitales específicas como Google Trends, hacer encuestas a sus clientes o revisar lo que hace la competencia.
Esta información, por sí misma, no es del todo útil, por lo que es necesario dar un paso más para analizarla y tratarla de forma que pueda servir para la estrategia de la empresa. Esto es lo que explica realmente la importancia que tiene hoy en día la inteligencia empresarial. Ahora sabemos que no basta con tener datos, sino que hay que saber extraer de ellos aquella información que puede ser más relevante.
Por tanto, el proceso de BI se divide en tres partes:
La última parte del proceso, el informe, llega hasta las manos de aquellos que deben tomar las decisiones. Ellos analizarán el documento y basándose en él podrán tomar sus decisiones de forma rápida y eficiente.
Para que todo esto sea posible, es necesario que las empresas aborden previamente un proceso de transformación relacionado con el uso intensivo de las nuevas tecnologías y la automatización de ciertas tareas.
Hasta hace no demasiado tiempo, el análisis de datos se llevaba a cabo en las empresas para entender qué había pasado tras realizar una acción determinada. Es decir, independientemente de si algo había salido bien o mal, se analizaba la información disponible para encontrar unos patrones que explicaran esos resultados, una vez que las consecuencias ya se habían producido.
Sin embargo, este proceso ha cambiado con el BI. Lo que de verdad les interesa a las empresas es poder tomar buenas decisiones de cara al futuro. En otras palabras, utilizar la información disponible ahora para predecir tendencias y necesidades que puedan surgir en el futuro, y, en consecuencia, prepararse para ello.
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Mientras que el análisis de datos clásico se centra en el pasado, la inteligencia empresarial se orienta siempre hacia el futuro. A través de ella se quiere conseguir:
Conceptos como el Big Data o la minería de datos ya no resultan desconocidos en el ámbito empresarial, pero las empresas son conscientes de que el camino iniciado no terminará nunca. La recopilación y el análisis de datos va a seguir avanzando, así que no hay que quedarse atrás.
De cara al futuro, lo que se espera es que el proceso sea mucho más rápido y sencillo. Las nuevas herramientas permitirán que todos los departamentos sean capaces de recopilar y analizar sus datos más importantes en tiempo real. El uso del BI para la toma de decisiones pronto dejará de ser una novedad y se convertirá en el método de trabajo de todas las organizaciones.
El uso de la inteligencia empresarial ya es necesario para desarrollar la estrategia de la compañía. Es hora de que todas aquellas empresas que deseen progresar consideren incorporarla a sus procesos si no quieren quedarse atrás o desaparecer.
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