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¿Te preocupa una posible morosidad de tus clientes? Uno de los aspectos esenciales de la gestión de riesgos de crédito es el análisis de la solvencia. Este indicador de la salud financiera de las empresas te ayudará a conocer la capacidad de tus clientes para hacer frente a sus obligaciones.
En este artículo hablaremos de cómo se puede calcular la solvencia de los clientes y las fuentes de información que puedes consultar.
La solvencia financiera se puede definir como la capacidad de una empresa o particular para devolver las deudas que contrae. Conocer la situación económica de tus clientes es vital para reducir la morosidad.
El concepto contable de solvencia se determina analizando los activos y pasivos de una empresa o persona. Si el valor de los activos es superior al valor del pasivo o deudas, se puede afirmar que existe solvencia. Por tanto, trabajar con ese cliente no debería ser un factor de riesgo. Sin embargo, existen otros datos que hay que tener en cuenta, como la liquidez.
Un cliente cuyo patrimonio neto sea positivo, es decir, con un activo superior al pasivo, podría no tener liquidez para hacer frente a las deudas a corto plazo. Por tanto, además de valorar la solvencia financiera, conviene saber si tendrá activos líquidos para atender sus obligaciones de pago.
La solvencia y la liquidez son dos conceptos relacionados entre sí, pero no significan lo mismo. Cuando se habla de solvencia se hace referencia a la capacidad de pago tanto a largo como a corto plazo. Por el contrario, la liquidez solo se refiere al corto plazo.
Por tanto, la falta de liquidez suele ser una situación reversible, mientras que la insolvencia puede llevar a una quiebra técnica.
Existen diversos indicadores para medir la solvencia de un cliente potencial. Estos son los principales:
Un cliente con deudas no tiene por qué desembocar en una situación de morosidad. Sin embargo, hay que vigilar que no exista sobreendeudamiento, ya que en ese caso habría riesgo de insolvencia.
Conseguir un nuevo cliente siempre es una noticia positiva, pero para reducir el riesgo de morosidad conviene verificar su solvencia (y su liquidez). Esta evaluación consiste principalmente en recopilar información, para lo que se puede acudir a diversas fuentes.
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La primera fuente de información es el propio cliente. Durante las primeras reuniones se pueden hacer preguntas sobre el tipo de negocio, el tamaño de la empresa, las instalaciones, las certificaciones profesionales y otros datos.
Además, se puede indagar sobre su reputación con una búsqueda en Internet o a través de contactos (clientes o proveedores) en común.
El siguiente paso para evaluar la solvencia es analizar el historial financiero. Con el nombre de la empresa y el CIF, es posible solicitar un informe del registro mercantil y del registro de la propiedad para conocer datos sobre las cuentas, libros depositados, notas simples y certificación de propiedades.
Los registros de morosidad proporcionan datos sobre los impagos de los clientes potenciales. Las principales fuentes de consulta sobre morosidad son RAI y ASNEF.
Con todos estos datos, es posible obtener una conclusión objetiva sobre el riesgo. Sin embargo, el análisis puede resultar complicado. Existen empresas especializadas que proporcionan informes de riesgo muy completos.
Finalmente, conviene recordar que la situación financiera de los clientes puede variar. Por tanto, es recomendable revisar el riesgo y la solvencia cada cierto tiempo. Esta práctica es la mejor forma de prevenir la morosidad y mantener unas relaciones comerciales sólidas y fructíferas.
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