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Cada año, los bancos hacen públicas sus cuentas de resultados en las que las cifras millonarias hacen creer a la gente que todo va bien. Sin embargo, si nos adentramos un poco en los datos, podremos comprobar que no es oro todo lo que reluce. Hace años que las entidades bancarias arrastran un problema de rentabilidad, y la crisis económica que se ha derivado de la pandemia de covid-19 ha agravado todavía más la situación.
Los bancos no están ganando dinero, o mejor dicho, no están ganando tanto como sería deseable para un funcionamiento más sano de la economía a todos los niveles.
Al parecer, la situación no está próxima a mejorar, ya que las últimas previsiones del FMI señalan que no será hasta 2025 cuando el dinero ganado por los bancos supere al coste que implica para ellos captar capital.
Ahora mismo son tres las grandes amenazas que afectan a la rentabilidad bancaria:
La crisis económica de 2008 pasó factura a la rentabilidad bancaria, haciendo que los tipos de interés bajaran de forma muy notable. Los bancos siguen prestando dinero a particulares y empresas, pero ahora ganan mucho menos dinero con ello.
Las hipotecas, que durante décadas fueron el producto estrella para las entidades bancarias, ahora revisten poca o nula rentabilidad con el Euribor situado en mínimos históricos que hace 20 años hubiera sido impensable llegar.
La pandemia ha provocado muchas crisis diferentes: salud, social y económica, siendo esta última la que tiene visos de convertirse en la más duradera.
La economía española sufrió en 2020 el mayor descenso experimentado en tiempos de paz, una situación que se repite en más o menos todos los países. Desgraciadamente, la recuperación podría tardar en llegar más de lo esperado.
Cuando se decretó el confinamiento total en marzo del año pasado la mayoría pensaba que la crisis se solucionaría en unas pocas semanas. Sin embargo, el virus ha demostrado ser mucho más resistente de lo que se creía. Un año después sigue aquí y por ello sigue siendo necesario adoptar medidas restrictivas que impiden a empresas de todos los sectores y de cualquier tamaño operar con normalidad.
Aunque el proceso de vacunación ya está en marcha, la lentitud del mismo y la incertidumbre que provoca la aparición de nuevas cepas están provocando que la recuperación se retrase. Si hace unos meses se hablaba de un crecimiento económico en la segunda mitad de este año, ahora las previsiones empiezan a retrasarse hasta la llegada de 2022.
En los últimos meses se ha especulado mucho sobre el aumento de la morosidad. Es cierto que los plazos de pago se han ampliado en el último año, pero el volumen de impagos se mantenía más o menos estable.
Sin embargo, a medida que la crisis económica se agrava, ese aumento de la morosidad está dejando de ser una previsión para pasar a ser una realidad. El número de empresas que solicitan el concurso de acreedores ha crecido, igual que ha ocurrido con el número de peticiones de proceso de segunda oportunidad por parte de los autónomos.
Que existe el temor a un gran volumen de insolvencia es algo que podemos comprobar en ciertas decisiones del Ejecutivo, que hace poco ha ampliado el plazo de devolución y carencia de los préstamos ICO concedidos al principio de la pandemia. Decisión que viene fundada por el miedo a que quienes pidieron estos créditos no puedan devolverlos ahora por estar en una situación económica muy complicada.
Todos estos factores que hemos señalado están haciendo que los bancos lo tengan mucho más difícil a la hora de ganar dinero, porque la economía está prácticamente paralizada en numerosos sectores. Por ello, toca buscar posibles soluciones como:
Hace ya años que la banca está abordando un proceso de recorte del gasto, con medidas tales como el cierre de oficinas, despidos colectivos, retiradas de cajeros, etc., impulsando a la vez la banca online para seguir dando servicio.
Reducir la competencia es otra de las formas de ganar rentabilidad. Por eso, importantes entidades bancarias están analizando posibles fusiones que den lugar a bancos más grandes y más fuertes.
Si el negocio tradicional de prestar dinero no es rentable, al banco no le queda más remedio que buscar alternativas para seguir obteniendo ingresos. De ahí que, incluso entidades que se caracterizaban por no cobrar ningún tipo de comisión a sus clientes, ahora las están empezando a aplicar.
En el contexto actual, la supervivencia de los bancos no es nada fácil, incluso para los más grandes. Todavía pasará algún tiempo hasta que vuelvan a tener una rentabilidad óptima, por lo que es posible que durante los próximos meses veamos nuevos ajustes en el sector bancario.
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