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El control de la gestión empresarial es una tarea complicada que requiere, además del uso de herramientas adecuadas, de una extraordinaria capacidad analítica y del establecimiento de una metodología que permita mejorar la productividad de la empresa.
En este artículo explicaremos las principales fases de este proceso y también algunas de las herramientas con las que aumentar su eficacia.
La gestión empresarial está formada por un conjunto de acciones cuya misión es la de aumentar la productividad de la empresa y garantizar su supervivencia dentro del mercado. Requiere talento pero también de una extraordinaria capacidad análita que permita detectar los fallos y los aciertos en todas las fases del proceso productivo.
Para que una estrategia empresarial tenga éxito es preciso establecer una meta clara hacia la que dirigir el negocio. Hay que definir los objetivos que queremos alcanzar a corto, medio y largo plazo. Estos deberán ser claros, alcanzables y medibles. Una vez establecidos llega el momento de elaborar una plan estratégico.
Tras establecer la meta y elaborar el plan estratégico que nos llevará hasta ella, es preciso determinar los recursos económicos que necesitaremos para cada una de las acciones a emprender. También es el momento de seleccionar los equipos de trabajo y las tareas que desempeñarán.
Para que la gestión empresarial sea un éxito es preciso saber coordinar todos los medios con los que cuenta la compañía, ya sean de personal o económicos. Sin una buena dirección, la empresa no podrá cumplir sus objetivos ni tampoco sacar provecho de sus ventajas frente a otros competidores.
Además de marcar las directrices, es importante saber cómo motivar a los diferentes equipos para que den lo mejor de sí profesionalmente.
Existe una famosa frase que define a la perfección la importancia de esta etapa: “Lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre” (Lord Kelvin, físico y matemático británico).
Tras la puesta en marcha de toda la maquinaria empresarial llegó el momento de medir los resultados obtenidos. Aquí entra en juego la capacidad analítica del gestor que deberá hacerse varias preguntas: ¿Se han cumplido los objetivos? Si no es así ¿cuáles han sido las causas? ¿Qué hacer para corregir los errores?
Es el momento de aplicar las medidas correctoras que permitirán que nuestro proyecto regrese a la senda del éxito.
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A través de estas herramientas se puede controlar el grado de cumplimiento de los objetivos que se han establecido. La medición se hace atendiendo a una serie de indicadores que se centran en cuatro grandes áreas: finanzas, procesos internos, clientes y aprendizaje.
Entre sus muchos beneficios para la empresa están:
Gracias estos sistemas, las compañías pueden centralizar toda la información relevante procedente de sus distintos departamentos. De esta forma se mejora notablemente la capacidad de gestión y de colaboración entre los equipos que forman parte de la empresa.
Estos sistemas se pueden adaptar a las necesidades de cada compañía o bien se pueden adquirir ya prediseñados. En cualquier caso, ayudan a mejorar el control de la gestión empresarial.
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