¿Qué formas de pago existen para las empresas?

GeneralÚltima actualización el 6 de Julio de 2021

Uno de los procedimientos que realiza una compañía durante su ciclo de producción es el de la compra de mercancías o servicios para mantener su actividad. 

A la hora de abonar el precio de los bienes adquiridos, la empresa tiene múltiples opciones entre las que elegir, cada vez más variadas dada la evolución de la tecnología y la dinamización de procesos.

En el momento de establecer una relación comercial con una empresa proveedora, es importante escoger y negociar la opción que más convenga para que ello no afecte a la tesorería de nuestra empresa ni a nuestra cadena de suministro.

También es necesario elegir la mejor forma de cobro cuando se negocia con el cliente, ya que de ello dependerá la financiación de nuestra empresa y su obtención de liquidez.

Para una buena negociación es indispensable conocer todas las opciones de pago y cobro de las que dispone la compañía y saber cuáles son sus características más importantes.

En este artículo te hablaremos de los métodos de pago a los que puede optar una compañía.

Pago en efectivo

Es uno de los métodos menos usados por las empresas y uno de los más recurrentes en los negocios de venta al público. 

Dentro de los pagos en efectivo no sólo encontramos el metálico, sino que también se incluyen los cheques al portador y los pagos electrónicos como tarjetas de crédito.

Este tipo de pago suele efectuarse en el momento de la compra y entrega de la mercancía y no incurre en plazos de pago como en otros casos.

En octubre de 2020 la Agencia Tributaria estableció un límite en los pagos en efectivo de 2.500 € en el marco de prevención del blanqueo de capitales y de la financiación del terrorismo. 

Al no tener trazabilidad, es una opción muy limitada para las cuentas de la empresa y no suele ser utilizada por los departamentos financieros.

Además, al no poderse establecer periodos de pago y ser al contado reduce el control y planificación de tesorería.

Cheque y pagaré

Estos dos métodos de pago son muy parecidos, y la única diferencia entre ellos es que el pagaré tiene una fecha de vencimiento.

En este caso, la empresa cliente emite un documento de pago que envía al proveedor y este lo llevará al banco o lo remitirá vía online para cobrarlo. La vía online, gestionada a través de remesas de cheques o pagarés, sólo estará a disposición de la empresa si el banco ofrece la opción.

Éste método de pago ofrece una seguridad adicional ya que ofrece al acreedor el título ejecutivo del pago y establece la prueba de la relación comercial y de la deuda. Esta deuda, en caso de ser impagada, podría ser comunicada al RAI por parte de la entidad bancaria.

El cheque podrá ser cobrado una vez recibido y presentado en el banco, sin tener que esperar a ninguna fecha de vencimiento.

El pagaré, por su parte, sólo podrá ser cobrado cuando llegue la fecha de vencimiento que figura en él, a no ser que el poseedor del documento decida recurrir al adelanto mediante el descuento de pagarés.

Transferencia bancaria

Este pago se produce exclusivamente entre cuentas bancarias, sin la intervención de documentos de pago o remesas.

En este caso, el cliente dará la orden a su entidad bancaria de transferir el importe a la cuenta facilitada por el proveedor. 

El pago puede demorarse algunos días si se ven involucradas cuentas bancarias internacionales, pero normalmente se ingresa en la cuenta del proveedor en cuestión de horas o, como máximo, un día laborable.

Hay un riesgo de impago mayor que en el caso del cheque o pagaré, ya que la orden de hacer el pago depende del cliente. Aún así, es uno de los métodos de pago más seguros y utilizados entre empresas.

La mayoría de transferencias vienen acompañadas de comisiones aplicadas por los propios bancos. 

Hay casos en que, si la transferencia se da entre dos cuentas pertenecientes a la misma entidad bancaria, la comisión no se aplica. En caso de transferencias internacionales, las comisiones serán mayores. 

Algo a destacar es la condición de transferencia SEPA que se establece a los pagos entre los países que forman parte del Área Europea de Pagos (Single Euro Payments Area). 

Este tipo de transferencias tendrán el mismo valor que las que se efectúan dentro de un mismo país, por lo que las comisiones aplicadas serán las mismas, o parecidas.

Con nuestra guía de financiación alternativa podrás aprender todo lo que debes saber acerca de cómo conseguir financiación más allá del banco.

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Domiciliación bancaria

La domiciliación bancaria o giro es uno de los pagos más recurrentes para las empresas ya que otorga el control al proveedor, que es el que gestionará el cobro desde la cuenta de su cliente.

El proveedor generará la documentación necesaria (en este caso una remesa de giros) con las cuentas de los clientes a las que cargará el pago. También informará a su cliente de la fecha de cobro, que será la que se haya negociado o aparezca en la factura.

Además de ser útil para el proveedor, este tipo de pago también es muy cómodo para el cliente, ya que sólo tendrá que validar el cargo y no será necesario hacer ni preparar ningún pago. Lo único que tendrá que prever es la disponibilidad de saldo en cuenta para el cargo.

Si el cliente no estuviera conforme con el giro efectuado en su cuenta, tendría que solicitar la devolución al banco, aprovechando el plazo del que dispone (8 semanas desde el cargo).

Letra de cambio

Tal y como explicamos en otro artículo de la guía financiera se trata de un documento de pago parecido al cheque o pagaré aunque, en este caso el que da la orden de pago es el proveedor y no el cliente.

El cliente, al recibir la letra la aceptará si todo está en orden y procederá a efectuar el pago en la fecha indicada.

En ella aparece la figura de librador, que realiza la orden de pago, y el librado, que lo efectúa. También encontramos una tercera parte, la del beneficiario, que se encargará de cobrar la cuantía.

Como hemos mencionado, existen múltiples métodos de pago cuya elección puede suponer una herramienta muy útil dentro de la planificación de la tesorería de la compañía.

Según un estudio de Informa, el periodo medio de pago en España en 2020 fue de 93 días, con un retraso medio de 16 días en los pagos. Por otro lado, el plazo medio pactado fue de 77 días. 

Dadas estas circunstancias, las empresas pueden también contemplar algunas opciones de pago que comportan un adelanto del cobro para el proveedor, como el Confirming (gestionado por el propio cliente) o el Factoring (gestionado por el proveedor).

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