Due Diligence, ¿en qué consiste?

Una Due Diligence, traducida al castellano como “diligencia debida” o “auditoría de compra”, se basa en una investigación llevada a cabo sobre una empresa que se somete a una adquisición, fusión o reestructuración. Durante la Due Diligence se valoran distintos aspectos, como la situación financiera, comercial, legal u operativa de la empresa.

Normalmente es solicitada por el inversor o comprador de la empresa con el fin de confirmar que su situación es óptima para la compra y establecer un valor. Algunas veces, la Due Diligence ocurre en el sentido contrario, siendo el inversor el objeto de ésta.

Gracias a la Due Diligence, se podrá obtener una visión real de la situación actual de la empresa a partir de la información (siempre transparente) facilitada por el vendedor. El proceso tiene una duración aproximada de pocas semanas, pudiéndose extender a unos pocos meses en algunos casos.

Tipos de Due Diligence

Las Due Diligence pueden centrarse en múltiples aspectos de la empresa de forma exclusiva. Según las áreas que se quieran analizar, se aplicarán distintos tipos de procesos.

Asimismo, los más solicitados en un proceso de adquisición, reestructuración o fusión son:

• Fiscal
• Mercantil
• Administrativo
• Laboral
• Comercial
• Medioambiental
• Inmobiliario

Principales objetivos de la Due Diligence

Entre las motivaciones para solicitar una Due Diligence destacan:

• Valorar la oportunidad de negocio. Analizando al máximo todos los aspectos sobre la compañía, el inversor podrá valorar si realmente la rentabilidad o beneficio obtenidos compensan el riesgo que va a asumir

• Minimizar el riesgo de la compra. Cuantos más datos se poseen sobre el producto que se va a comprar, menos sorpresas inesperadas podrán aparecer a futuro. Con un conocimiento profundo sobre la empresa y un análisis de todos los datos recogidos, se podrán realizar previsiones y analizar amenazas y debilidades.

• Establecer un valor para la empresa. Gracias a la Due Diligence se pueden conocer mejor las posibilidades de la compañía, qué estrategia a futuro funcionará y cuáles son sus perspectivas a corto y medio plazo. De este modo, el valor propuesto se aproximará al máximo al valor real de la empresa, pagando un precio justo o invirtiendo de una forma acertada.

• Idear posibles estrategias para potenciar el negocio. Teniendo de primera mano información relevante que no es de uso público, el inversor o comprador podrá considerar todas las posibles estrategias a futuro para dinamizar la operativa de la compañía, reducir costes y riesgos y optimizar sus recursos. De esta forma, podrá sacar el máximo partido a la inversión.

El proceso de la Due Diligence

El proceso se inicia cuando el comprador o inversor realiza la solicitud para proceder a la investigación. Una vez aceptada por parte de la empresa, la Due Diligence podrá iniciarse.

Los encargados de realizarla serán los auditores, consultores o abogados designados por el comprador, que deberán estar constantemente interconectados entre departamentos.

La información facilitada por la empresa deberá ser inmediata, garantizando que no se realicen cambios o ocultaciones por parte de ésta y que siempre se actúe de buena fe. Por su parte, el inversor deberá comprometerse a mantener el acuerdo de confidencialidad durante todo el proceso, ya que la información transmitida es altamente sensible.

Una vez finalizada la Due Diligence, se elaborarán los informes necesarios que recopilen todos los datos recogidos y faciliten su análisis para poder tomar una decisión sobre la operación.

La Due Diligence es un proceso muy habitual en operaciones que afectan a compañías de gran tamaño o en acuerdos que incluyen una gran cantidad de dinero. Es la mejor forma para analizar la situación de una empresa en el momento de realizar una operación, garantizando su transparencia, rapidez y buena fe.