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Las incubadoras y aceleradoras de proyectos, se han convertido en los espacios preferidos por los emprendedores para llevar a cabo el desarrollo de sus iniciativas. Ofrecen múltiples recursos y servicios que ayudan al lanzamiento, maduración y consolidación de empresas y startups, actuando como una vía de financiación a través de capital privado.
Para entender su funcionamiento y éxito es necesario conocer los objetivos de ambos conceptos, sabiendo identificar sus diferencias.
Las incubadoras y aceleradoras, al contrario de los que piensan muchos, no son excluyentes entre sí, sino complementarias, ya que cada una tiene su momento en el tiempo en lo que se refiere a una empresa.
Como su propio nombre indica, la incubación de una empresa o startup se da cuando todavía no han nacido ni han sido lanzadas al mercado pero ya están en proceso de creación. La mayoría de las incubadoras cuentan con personal especializado dedicado a contactar y trabajar en equipo con los creadores de los proyectos. Pueden partir simplemente de una idea con alto potencial de desarrollo, para posteriormente poder pulir y crear un plan de negocio específico para ella. En este caso estaríamos hablando de un período de Pre-incubación.
El siguiente paso sería aplicar el plan de negocio diseñado, estructurando la empresa o startup en departamentos o áreas, y observar sus resultados. Estaríamos entonces en la Incubación propiamente dicha.
Planificación y seguimiento
Una vez realizados los pasos anteriores, lo siguiente será hacer un seguimiento y planificación del proyecto para comprobar su eficacia y buen funcionamiento. También se debe preparar una estimación acerca de su crecimiento y expansión a corto y medio plazo.
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Las aceleradoras se dedican a guiar el siguiente paso natural para cualquier empresa o startup después de su incubación, que es el asentamiento y desarrollo de los proyectos en el mercado.
Para lograrlo, es necesario un trabajo de equipo continuo que se lleva a cabo por lo general en las instalaciones que la propia aceleradora pone a disposición de los creadores.
Se trata de acelerar su proceso de crecimiento y expansión. Las empresas o startups que acuden a una aceleradora, son aquellas que ya se encuentran en el mercado y quieren dar una paso más, irrumpiendo en otras economías a través de su internacionalización o aumentando su tamaño.
A lo largo del proceso de aceleración, todo el equipo de la empresa o startup será formado por profesionales con gran experiencia en el sector, a través de sesiones de mentoring específicas para cada proyecto. Existen aceleradoras que no ofrecen espacio físico a sus participantes, en estos casos, el mentoring se realizará vía digital.
Como resulta evidente, los proyectos que quieren crecer o expandirse, por lo general van a necesitar recursos financieros, por eso es importante elegir una buena aceleradora o lanzadera llegado el momento, ya que algunas realizan una pequeña participación en el capital de sus proyectos (sobre un 15%).
Además también, dependiendo de cada caso, ofrecen posibilidades de financiación alternativa, a través de sus contactos con Business Angels, fondos de capital riesgo o convenios con entidades financieras.
El número de incubadoras y aceleradoras en nuestro país ha crecido considerablemente en el último año, y cada vez aparecen más entidades que ofrecen esta posibilidad. A día de hoy es la alternativa preferida de los emprendedores para desarrollar sus proyectos.
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